Alternativas políticas en una era de dilemas

"Los disertantes de la mesa plantearon también la dificultad de planificar en proyectos de gobierno que duran en promedio cinco años". Foto: Priscila Ramos

La tercera mesa de la IV Conferencia Internacional de Dilemas de la Humanidad tuvo representantes de África y América Latina y el Caribe para discutir cómo se construye una agenda alternativa para la transformación social.

Este 8 abril en el Sesc-Pompeia de São Paulo continuaron los debates y las exposiciones acerca de cómo construir las alternativas en un mundo actual y es importante saber qué hacer. Moderada por Miriam Nobre (Brasil), la mesa inició con su intervención afirmando la necesidad de construir una agenda alternativa al mismo tiempo que se realiza un proceso de organización para defender esa agenda, recordando, además, que era algo que solía decir Nalu Faria, histórica militante brasileña, fundadora de la Marcha Mundial das Mulheres, fallecida en 2023.

Además de Miriam Nobre, participaron de la mesa Najib Akesbi (Marruecos), Duma Gqubule (Sudáfrica) y Andreina Tarazón (Venezuela), todos las presentaciones giraron en torno a la urgencia que que tiene el Sur Global de reformar sus sistemas políticos para que dejen de ser estructuras de administración de las crisis y se conviertan en motores de desarrollo e inclusión social a largo plazo.

“El dilema es cómo construimos narrativas y modelos que respondan las aspiraciones individuales sobre la base de que los objetivos centrales de nuestros proyectos son la dignidad y los derechos humanos, siempre bajo el principio racional del bien común”, manifiesta Andreina Tarazón que afirma, a su vez, que sin desconocer las necesidades individuales es necesario ir a paradigmas colectivos.

En esta mesa todos sus participantes hablaron de ideas y de caminos posibles de alternativas en este escenario global “el asunto del poder político, como se expresa, como se ejerce y se gestiona es un tema de primer orden porque este no solo es producto de las condiciones sobre el que se construye sino porque este a su vez puede cambiarlas cuando lo hacen los grandes movimientos de transformación en nuestros países. Hoy más que nunca, necesitamos reflexionar sobre una verdad fundamental: La forma en que se organiza el poder en una sociedad impacta directamente en la vida de su gente, en el pan que llega a la mesa, en la escuela que abre sus puertas, en la salud que cuidamos y en el futuro que soñamos”, dice Tarazón.

En este sentido, Tarazón da un ejemplo concreto de cuando los proyectos internacionalistas salen del poder político de los países propios, colocan en riesgo y en jaque posibilidades de incidir en la agenda global. “Por cierto hoy y mañana se celebra la cumbre de la CELAC en Honduras. Este mecanismo puede ser un fiel ejemplo de cómo su debilitamiento y fortalecimiento ha estado a merced en América Latina de los ciclos electorales”, sostiene.

Los disertantes de la mesa plantearon también la dificultad de planificar en proyectos de gobierno que duran en promedio cinco años cuando la educación, la industrialización, la inclusión social, la soberanía tecnológica, la sostenibilidad ambiental son procesos que requieren décadas, constancia y coherencia en el diseño y ejecución de la política. 

En este sentido, Andreina Tarazón enfatiza: “Nos mintieron y midieron la calidad de nuestros sistemas políticos por la cantidad de procesos electorales que celebramos, por la cantidad de presidentes que podemos elegir en una década (...) nos dijeron que más robusta y de mayor calidad era nuestra democracia mientras más planes nacionales dejábamos a mitad de camino porque la supuesta democracia se trata de  eso, cambiar de rumbo cada 5 años. En este tipo de modelo se improvisa más de lo que se planifica. Se gestiona más de lo que se transforma. Esta, amigos y amigas es la fórmula del fracaso, del atraso y de la pobreza para millones de personas”.

 

Los problemas comunes

Si bien todos mencionaron situaciones similares, la disertación de Najib Akesbi se diferenció un poco de las otras: habló de la unión de los países del Sur Global en los problemas comunes y las adversidades. 

Entre los problemas grandes comunes, Akesbi menciono: 1) Nuestra dependencia del Norte Global, incluidas sus instituciones financieras (IFI), su complejo militar-industrial, y su arsenal ideológico y mediático; 2) Hemos comenzado (o terminado) por optar por la economía de mercado y la integración a la economía mundial, que se han revelado… contraproducentes; 3) Hemos sufrido – en mayor o menor grado – los Programas de Ajuste Estructural (PAE), y muchos de nosotros seguimos sufriéndolos bajo otras formas, porque seguimos atrapados en el “engranaje de la deuda”; 5) Nuestras economías siguen estando más marcadas por la lógica de la renta que por la de un mercado supuestamente libre y competitivo.


Asimismo, también se expresó sobre los gobiernos de izquierda y los límites: “Cualquier gobierno de izquierda que no pueda liberarse de los límites va a encontrarse con la desigualdad social y la crisis del medioambiente que terminan por incrementarse. Estamos unidos porque tenemos los mismos problemas y los tenemos que enfrentar”, afirmó Akesbi.

En este sentido, Duma Gqubul sostuvo que además de los gobiernos, la izquierda tiene un problema de comunicación: “siempre estamos a la defensiva”. Agrega además, el caso de su país, en Sudáfrica; el sector privado no participa sustancialmente en ninguno de estos debates, similares a los de Dilemas de la Humanidad, ya que simplemente los empresarios generan pánico y ruido con respecto a estas discusiones y no se sientan a debatirlas.

 

Plantear alternativas posibles

El foco de la mesa estuvo en plantear alternativas posibles, si bien tanto Duma Gqubul como Nayib Akesbi explicaron detalladamente cuestiones económicas y jurídicas de sus países, Andreina Tarazón expuso una opción exitosa: el caso de China. 
 

“La República Popular China nos ofrece un ejemplo poderoso, aunque no exento de contradicciones, de cómo un sistema político puede ser el eje de un proyecto nacional de transformación. Bajo un indudable liderazgo político,  el país diseñó una arquitectura institucional que le permitió mantener estabilidad y visión de largo plazo. No hubo improvisación. Hubo dirección. No hubo populismo. Hubo estrategia.

No hubo recetas externas. Hubo interpretación nacional de los desafíos” explica Tarazón.

 

Y agregó: “China, con todos sus desafíos y contradicciones, ha sabido leer y responder a esas aspiraciones. Ha generado una narrativa nacional de progreso compartido. Y esa narrativa ha sido su fuente más poderosa de legitimidad. Este sin duda es un tema de primer orden y estudio para quienes andamos buscando alternativas, quienes andamos buscando salidas en el oscuro túnel de un siglo signado, por la desigualdad estructural”.

En el caso de Sudáfrica, Duma Gqubule afirma que su país necesita reorientarse hacia objetivos estratégicos como otros países África, Asia y los BRICS para dejar de depender de Estados Unidos y Europa. Gqubule sostiene, además, que “debe haber unidad en el Sur Global para generar respuestas comunes a la crisis”. 

 

Es por eso que si bien el “Día de la Liberación” de Trump ha tenido un impacto negativo: “aunque una crisis del mercado no significa necesariamente una crisis económica”, explica Duma Gqubule.

En este mismo sentido, Andreina Tarazón manifestó hacia el final de su intervención que “es hora de construir sistemas políticos alternativos a los que hemos conocido hasta hoy y que no han resuelto los grandes dilemas de la humanidad. Sistemas políticos que no solo organicen elecciones, sino que garanticen el futuro”.